Hace dieciocho meses,
MANO NEGRA pensaba que ya no podía ir más lejos. El álbum en vivo
"In The Hell of Patchinko", con las propias palabras de
Manu Chao, el líder de la banda, iba a ser la culminación de una carrera de cinco años que había ido de cima a cima. Pronto circularon rumores de que
MANO NEGRA se había disuelto. La puesta a la venta de
"Casa Babylon", el espléndido cuarto álbum de estudio de la banda, basta para demostrar que nunca se debe hacer caso a los rumores.
Manu Chao había declarado únicamente que
MANO NEGRA ya nunca volvería a ser la misma después de pasar por meses y meses de viaje por todo el mundo, y en particular sus incursiones en las partes más profundas de Sudamérica. Tenía razón.
MANO NEGRA ha superado con mucho sus expectativas. La banda aparentemente sin límites con una imagen antigua casi se restringió en su ámbito, comparado con el espectro musical absolutamente loco que
MANO NEGRA abarca hoy con
"Casa Babylon". Antes siquiera de ser una banda,
MANO NEGRA era un concepto. El de un grupo de amigos y músicos que compartían una misma visión genuina de la aventura musical, abierta a todas las culturas y estilos, que permanecía firmemente apartada de la aptitud similar a la de un vampiro imperialista que había sido adoptada por muchas estrellas del pop occidentales, interesándose por el Tercer Mundo. Algunos de los miembros originales de la banda se separaron, otros se unieron.
MANO NEGRA es todavía, desde hace siete años, tan leal como siempre a sus intenciones iniciales.
Manu Chao tiene todas las razones para estar orgulloso de sí mismo: continúa siendo el líder de la banda independiente de rock and roll más grande de Francia y quizás incluso del mundo. El haber firmado por Virgin Records no ha afectado en lo más mínimo los ideales alternativos con los que comenzó.
En la mitad de los ochenta,
Manu Chao, un francés nacido de padres españoles, se ganó la fama para sí mismo como líder de
Le Hot Pants, el primer conjunto de rockabilly con influencia de los ritmos indie y de los blues. Junto con
Les Garcons Bouchers,
Beruriers Noirs y
Los Carayos (en los que Chao también tocaba), la banda era el núcleo de la floreciente escena independiente de Francia. Brotaron auditorios alternativos por todos sitios (bares, viviendas ocupadas y fábricas abandonadas), se crearon marcas discográficas y, sobre todo, apareció una audiencia completamente nueva: finalmente había fans del rock en Francia que estaban más interesados en la cruda música nacional que en la americana que las radios de FM les hacían tragar siempre.
Hacia 1987,
Le Hot Pants se habían quemado.
Manu Chao, con la ayuda de su primo y del batería de
Hot Pants, Santi Caseriego, decidió que había llegado la hora de formar la banda de sus sueños: una máquina de baile multicultural de siete miembros que abarcaría cualquier estilo de música que les apeteciera tocar. La definitiva banda con raíces. Rockabilly, reggae, rap, ska, salsa, flamenco, rai, ningún ritmo parecería forzado para Manu y sus músicos. Junto con Chao en la guitarra y como cantante y Santi en los tambores. Tonio, el hermano de Manu, en la trompeta, Philippe Teboul en la percusión, Thomas Darnal en el teclado, Daniel Jamet en la guitarra y Jo Dahan en el bajo se aseguraron de cada una de las culturas de sus padres (francesa, española, norteafricana...) encontraba su camino dentro del sonido de
MANO NEGRA. El sonido era una pachanga cristianizada, que deriva de un término español para denotar a la música popular de baile.